miércoles, 14 de noviembre de 2012


Sólo un par de lágrimas

 Qué fuerza me aprisiona los ocres ojos
Si voy perdido entre brumas de mí mismo
Si mi lamento es como el silencio sordo
Si mi garganta sueña triste y permisiva.

Qué árbol viejo me enraíza a la calma
Como sereno velero de ajena lentitud.
Camino entre los escombros de mi casa
Si me torno viento sobre banderas rotas

Qué ausencia la tuya cuando de niño
Defendías mi aliento y mi estómago
Cuando sordo impacientabas tu destino
Cuando adolescente pensabas mi dolor.

Sólo dos lágrimas en tu nocturna agonía
Sólo dos cristales limpios de sábanas
Solo, tu numérica respiración blanquecina
Interrumpida por la noche... o por la talada carne.

Al amanecer tajante e implacable el frío
Serios, lívidos, desnudos; el cuerpo y la mente
Arrasa mis resecos ojos el sol de invierno
Después la oscuridad eterna me estremece.

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