Mientras arde Portugal
mi fado de agua calma las lenguas rojas
devoradoras de árboles, calles y caminos
dejan mi alma al viento sola.
Una mujer morena se desangra
al ver su valle incinerante
y clama inútil con cara impregnada
hético el álamo otrora rebosante.
El viejo país de playas monárquicas
resurgirá con sus claveles rojos
sus cenizas y humo se volverán caracolas
amaneciendo verde, azul su sol redondo.
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