domingo, 20 de septiembre de 2009

CUENTO

VIAJEROS


     Hace algún tiempo cuando los animales hablaban, vivíamos salpicados por toda la Tierra, y la tierra era tierra de todos, todos tenían tierra. Conocí a una persona de color, yo era blanco, más tarde a una niña hemipléjica, yo controlaba mis extremidades, y finalmente a una mujer, yo era hombre. Emprendimos un viaje hacia el Sur, yo era del Norte. Todo era diferente en aquella tierra, y al mismo tiempo todos nos tratábamos igual. ¿Ser diferente es acaso distinto a ser igual? ¿o es lo mismo?.

     Todos recorríamos los kilómetros porque no había aun caminos y menos carreteras, primero me cansé yo, ¿o fue la niña rubia que torpemente agitaba sus brazos?, ¿acaso importa? Decidimos descansar en el oasis verde de un desierto blanco. Nos contábamos historias que nos habían transmitido nuestros abuelos, siempre a la luz de la hoguera, siempre albergaban algo recóndito, algo desconocido que nos hacía estremecer a todos. Era de un tiempo entrañable aquel.

     La niña de amarillos cabellos nos contaba una historia de ninfas del bosque ataviadas con vestidos blancos. Entre sombras y rayos de luz recorrían las florestas tarareando acordes de su mundo de colores, alegrando al caminante que se resbalaba al oír lo que en ocasiones con corazón cantaba.

     La mujer nos describía a aquel hombre que selló su corazón un día, nos comentaba su ternura, su sencillez, sus ojos negros y sus labios de besar oficio. Nos iba trazando lentamente su futuro claro; quedábamos embelesados con tan dulce voz y el titilar de sus ojos.

     El hombre alto de oscura piel recitaba versos que aprendió en sus cálidas tierras cuando era niño, poemas que hablaban de pastores y rebaños, de verdes prados entre montañas, de cristalinas aguas y de furtivas nubes ; de labranzas y de maizales; sonetos y coplas que nos hacían vislumbrar un mundo nuevo lleno de amistades y tolerante humanidad.

     El alba y su olor nos cubría lentamente clareando el día, se elevaban con el viento las cenizas de la hoguera de la noche anterior. Continuamos el camino con el corazón mas altivo.

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